Situada en un abrigo de la ría de Corme y Laxe, la playa de Balarés cuenta con una posición privilegiada junto al monte Branco. Tiene forma de ensenada, arena blanca y fina, olas moderadas y zonas de merendero y pinar con mesas y parrillas en el que pasar una gran jornada estival. Sol y sombra para el verano. Cuenta con todos los servicios, WC adaptados y rampas de acceso.
Desde hace unos años, cada verano se celebra en este espacio un festival de musical con mucha fama entre los más jóvenes.
Aquí, en este extremo lúdico bajo la ladera del monte Branco, y justo donde se encuentra el pinar y en el límite con la línea de area, estuvo situada la mina de Titania entre 1935 y el 1964, perteneciente a la empresa Caolines de Laxe. Fue descubierta por el geólogo local y sobrino nieto del poeta Eduardo Pondal, Isidro Parga Pondal, y explotada por los hermanos Fernández López, impulsores de Pescanova y Zeltia.
En ella, mujeres y hombres de Ponteceso trabajaron en la extracción de titano que se embarcaba en el pantalán del otro extremo del arenal junto con el wolframio que llegaba de la mina de monte Neme, situada en el vecino municipio de Carballo.
El uso que se le daba al titanio no está claro. Se especula que se empleaba en la industria farmacéutica o incluso para elaborar el rascador de las cajas de cerillas. Lo que más se decía era que este material se destinaba al blindaje de carros de combate y al fortalecimiento de proyectiles durante la Segunda Guerra Mundial. Lo que sí hay de cierto es que el titanio salía en barco de Balarés e iba para Unquinosa, una empresa dirigida por alemanes radicada en Bilbao. Además de suponer la incorporación de la mujer al trabajo, Titania ofreció también unas buenas condiciones laborales que incluían pagas extra, economato y servicio médico propio.
La historia de Titania no fue muy larga. Los empleados más jóvenes se sintieron atraídos por la prosperidad de otros países. El fenómeno de la emigración de los años 60 abocóa la mina a perder mano de obra y, esto unido al débil mercado del titanio, provocó su desaparición.
Hace unos años, la Diputación de A Coruña restauró las paredes y el cargadero de la mina para dar servicios a la playa. Explorando un poco, pueden verse los restos de las piscinas en las que se separaba el rútilo, el óxido de titanio, de la arena de la playa. Como curiosidad, hay que mencionar que en los años 2000 y 2001, el edificio de la cafetería (de los arquitectos Carlos Quintáns, Antonio Raya y Cristóbal Crespo) recibió una mención en la sección de intervenciones en espacios públicos de los premios bianual y Julio Galán Carvajal, ambos promovidos por el Colegio Oficial de Arquitectos de Galicia (COAG).