Cando xazan do cisne
os febrentos despoxos,
sobre do verde da ribeira escura,
e xa non se ouza o canto harmonïoso,
dádelle sepultura
no promontorio aquel, areoso e vougo,
onde o Anllóns, o seu nativo río,
(que el máis amou de todos),
da peregrinación antiga súa
e do longo traballo acha repouso.
Que diga o mariñeiro,
rudo fillo do Osmo,
ó entrar pola Barra
volvendo o escuro rostro:
«Alí xa o que fora
noutro tempo cantor do eido noso.
Llegamos al fin de la ruta Pondaliana en lo alto del monte Branco para encontrarnos con el mar. Este es un promontorio natural desde el el cual contemplar unas inmejorables vistas del entorno, del río Anllóns en su desembocadura, del sistema dunar de la Ensenada de A Insua, de la ría de Corme y Laxe y del océano Atlántico. Fíjate en los pequeños detalles que te harán valorar el camino andado y se te coincide de llegar aquí con el ocaso, disfruta de los últimos rayos de sol mientras desaparecen en el horizonte rojizo.
O si la luz aun te lo permite, aprovecha y baja hasta la ribera por un camino que llega a las dunas para sumar a todos los recuerdos y experiencias vividas el olor del mar de Ponteceso.
El monte Blanco es un gigante de arena y una atalaya sobre el paisaje litoral de Ponteceso. Su nombre viene de la capa de arena que gatea por su ladera y la cubre permanentemente empujada por los vientos del suroeste.
Eduardo Pondal le dedicó un poema:
Monte Branco, monte Branco
Cando te vejo de longe
verto a soas triste pranto
Pois as nosas alegrías
ós dous nos foron fallando
a tí das túas areas
os ventos te despoxano
a min tamén me fallecen
aqueles gustos pasados
¡Ti negreas ¡eu teño a cabeza
chea de cabelos brancos!